BWW Blog: Juan Pablo en Antipodas

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Aquí me encuentro en Madrid, cinco días desde que aterricé en Barajas después de estar dos meses en Australia. La aventura comienzó en marzo cuando, de casualidad, hice un casting para una "nueva serie" secreta de la NBC en Londres. A los pocos días me dicen que me han seleccionado para el papel de Miguel Santos en la serie Camp, con Rachel Griffiths (Cinco Hermanos, A Dos Metros Bajo Tierra). No hace falta explicar la alegría y la euforia que sentí al cumplir uno de mis más grandes sueños. AMERICAN TV!!!

Pero mi blog en este caso no se trata del rodaje de la serie, ni de mis aventuras en las antípodas, sino de las dos obras musicales que tuve la suerte de ver durante los viajes a Sydney y a Melbourne, entre huecos en el rodaje de Camp. Llegar a Sydney y ver esa impresionante Opera House ya es imponente... Pero ser invitado a Jesucristo Superstar por Ben Forster, nada más y nada menos que Jesús en la nueva versión musical de estadios y arenas de Andrew Lloyd Webber es un lujo.

Ben y yo trabajamos de acomodadores en la apertura de El Rey León de Londres cuando teníamos diecinueve años, y desde entonces fui testigo de una serie de "casi" oportunidades que Ben tuvo como cantante. Firmó tres contratos discográficos que terminaron en nada, fue la voz principal de Thriller Live!, el musical de Michael Jackson y tenía su propia noche de maestro de ceremonias en el MET bar. Pero ninguna de estas oportunidades lo empujaron a las ligas mayores. Hasta que un día por internet Ben cierra su cuenta de Facebook advirtiendo que se presenta a Superstar, el programa de la BBC donde buscan al nuevo Jesucristo para el musical de Webber. Desde entonces mi único contacto con Ben fue a través de YouTube, donde veía sus actuaciones cada semana y donde lo vi ganar. Fast-forward a dos semanas atrás, cuando Ben me invita a ver Jesucristo.

JESUSCHRIST SUPERSTAR, The Arena Tour es la primera vez que se hace un musical de Webber en estadios de fútbol. ¿Cómo mantener la intimidad de un teatro? ¿cómo lograr que no sea un simple musical en concierto? Una gran pantalla central tan grande como el escenario mostraba los primeros planos de los actores y creaba los ambientes propicios para cada escena, mientras que la escenografía era una simple escalera que se extendía de un lado al otro del escenario. Mínimo. La estética era post apocalíptica y de "indignados" de tiempos actuales (muy parecidos a los de la Puerta del Sol en Madrid). En las pantallas había referencias a Facebook, MSN, Twitter y a YouTube. Jerusalem se convierte en una Londres empobrecida y gris, cuyos protagonistas llevan pelos largos o Rastas. Una decisión interesante ya que no pretendía ser más que una estética sacada de contexto sin molestar a la narrativa del musical.

Ben Forster fue la revelación de la noche ya que su voz en Getsemane fue algo nunca visto antes en esta obra. Su tonalidad, mezcla entre Luther Van Dross y Mariah Carey es de una pureza que puede llenar estadios sin más. Tim Minchin como Judas da a su papel una intensidad que causa dolor de verdad, un gran actor. Y Mel "Spice Girl" C en el papel de Maria Magdalena fue la decepción de la noche. Vocalmente Mel llega a todas las notas pero el "síndrome" post-Spice Girl reduce su interpretación de Magdalena en inflexiones pop, sin alguna profundidad actoral real.

En general disfruté mucho pero lo que voy a decir a continuación me va a traer muchos enemigos... Sigo sin comprender porqué este musical es un clásico. Sé que comenzó como un álbum conceptual en los años setenta y a partir de eso Webber decidió montarlo en escena, pero como obra en sí no tienen ni pies ni cabeza. Aparte de los grandes temas la narrativa es confusa, no se profundiza ningún personaje y la historia de Jesús carece de momentos claves de la Biblia. Cuando salí del estadio sentí como si hubiera visto el peor resumen de la vida de Jesus... Pero bueno, no espero que nadie comparta mi opinión, y para gustos los colores... Igualmente, Tim Minchin, Ben Forster y la escenografía hacen que ese "concierto" valga la pena. Solo el hecho de ver artistazos que se dejan la piel en el escenario es una experiencia religiosa, sea cual sea la obra.

La segunda aventura fue presenciar una de las últimas previas de KING KONG LIVE ONSTAGE, en Melbourne. Esta vez la entrada me llegó por parte del diseñador de sonido, conocido de mis días de Chicago en Londres. Debo decir que no esperaba mucho ya que la idea de "King Kong, el musical" no crea mucha esperanza. Pero apenas empezó la música era claro que algo especial estaba sucediendo... El gran Marius DeVries. ¿Quien puede decir que no ha gastado el CD de Moulin Rouge! o que ha bailado con el de Romeo + Julieta de Baz Luhrmann? Dirección musical del señor DeVries, quien nos ha traído colaboraciones con Bjork, Rufus Wainwright, Pet Shop Boys, Madonna, Annie Lennox y U2 entre otros. Se caracteriza por sus grandes orquestaciones y su inigualable sonido electrónico. Imaginaos a KING KONG con un trasfondo de beats electrónicos en la Nueva York de los años veinte. ¡Cómete eso, Gran Gatsby! La musica es moderna y misteriosa, hay toques de gramófono, orquesta e incluso funk o hip hop.

La escenografía es una gran pantalla circular tipo IMAX donde se crean los distintos ambientes del musical, pero con vuelta de tuerca única: la abstracción. Juegos de lineas y colores que se asemejan al atardecer, a las estrellas, a los edificios de Manhattan. Telón futurista que no intenta resolvernos la vida con imagenes de Nueva York o del Barco, sino que se mueve con forman oxigonales, cúbicas, lineares y fluorescentes que dan color y ambiente a la escena. Debo decir que durante los primeros treinta minutos uno cree estar viendo un musical menor, ya que se cuenta la historia de la actriz pobre que llega a Nueva York y que se mete en el barco del cineasta para ir a grabar una peli al Congo. ¿Quién no conoce la historia de King Kong? Pero apenas se montan en el barco COLOSSUS y el suelo se eleva, sube y baja como la marea, las cosas cambian.

King Kong se hace esperar unos cuarenta minutos, y al aparecer... debo decir que nunca vi nada igual. ¿Recordáis la primer aparición del primer dinosaurio en "Jurassic Park"? El corazón a mil. En el 2013 King Kong aparece entre tinieblas y empieza a correr. Mi boca quedó abierta y hasta se me cayó la baba. El bicho es espectacular, mide como 12 metros, mueve la nariz, los labios, los ojos, las cejas, los brazos y da la sensación que hasta respirara. Es conducido desde el patio de butacas por 3 titiriteros que manejan el torso, la cara y la cabeza, y por unos 10 hombres con cuerdas que manejan sus brazos y piernas. Impresionante.

KING KONG me tomó por sorpresa. Siendo un musical "Blockbuster" seguro que irá directo a Broadway en nada ya que es bastante superior al desastroso Spiderman, que sigue arrasando en taquilla. Mi única crítica a KING KONG es que sales del teatro sin acordarte de los actores o de las escenas. Te importa un comino la relación entre el director Carl y la actriz Anne, o entre ésta y el galán Jack. De hecho, ¡te importa un comino Anne! Lo único que quieres es más KING KONG. Pero bueno, se trata de una nueva generación de musicales, y esto es como el cine, existe 3D y 2D, independiente y Hollywood, europeo y asiático. El musical tiene tantos subgéneros dentro de sí, que porqué no uno donde el protagonista es una máquina de 12 metros. Eso sí, la maquina te hace sentir, y al final de todo ¿no es eso lo que vamos a buscar a un teatro? Amén.



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